¿En Cuba se logró eliminar el desempleo?
Cuando estudiaba en la universidad, nos decían que el socialismo garantizaba el pleno empleo, que hasta había escasa fuerza de trabajo, pues eran más las plazas vacantes que las personas disponibles para ocuparlas y que el desempleo era un mal inherente sólo a la “vieja” sociedad capitalista.
Poco a poco nos fuimos enterando, para sorpresa nuestra, que muchos países capitalistas lograban tener muy bajos índices de desempleo y hasta estimulaban la emigración de braceros.
Por el contrario, en las últimas dos décadas se palpaba claramente que en Cuba crecía sin cesar el número de personas que vivía mucho mejor sin trabajar o tener un empleo oficial, que quienes cumplíamos con nuestra jornada laboral semanal de 44 horas o aplicábamos la llamada consagración al trabajo.
Hasta surgió el término “pasmao”, con el cual nos llamaban a los pocos que persistíamos en no buscarnos algún ingreso extralaboral ilegal o semiilegal, sin el cual se tornó imposible sobrevivir en el llamado "período especial", desde la década del noventa hasta la actual, excepto para quienes reciben directa o indirectamente algún tipo de ayuda económica o remesa del exterior.
Probablemente si en Cuba se empleara únicamente a las personas que verdaderamente se necesitan, el país tendría uno de los más altos índices de desempleo del planeta.
No obstante, se ha recurrido a muchas formas de enmascarar este desastre.
Por un lado, se paga oficialmente un mísero salario mensual (menos de un dólar diario), colocando así el ingreso de los trabajadores cubanos a un nivel tan bajo como el de quienes viven en otros lugares en condiciones de extrema pobreza.
Por otro, el gobierno recoge todo el dinero que desee gracias el altísimo impuesto de circulación en la llamada red de recaudación de divisas y en casi todas las otras ofertas que, aunque son en moneda nacional, se rigen por precios equivalentes a los productos que se venden en pesos convertibles.
Estos dos factores permiten pagar esos bajos salarios a muchas más personas de las que se nececitan en los centros de trabajo, originándose así el llamado subempleo, el cual existe desde la década del sesenta y en vez de disminuir ha crecido.
Subempleados son esos cientos de miles de trabajadores que reciben un mísero salario, aunque apenas trabajan realmente, incluso ya sea que asistan o no a un centro laboral, pues también se ha recurrido a otros inventos como el de mandar a estudiar cursos a gente que en realidad no tiene trabajo alguno, aunque no aparezcan en las cifras oficiales de desempleo. Actualmente es el caso de cientos de miles que aparecían como empleados en la desmantelada industria azucarera.
Igualmente, la situación en Cuba obliga a los trabajadores a una doble actividad laboral: la oficial (mayoritariamente para el régimen) y la informal. Esta última es el trabajo ilegal por cuenta propia en el llamado mercado negro, en el cual participa de una u otra forma más del noventa porciento de la población, ya sea a tiempo completo o parcial, de manera temporal o permanente, directa o indirectamente.
En Cuba los ingresos extralaborales y extrasalariales, incluidas las remesas provenientes de los familiares y amistades que viven en el exterior, constituyen los ingresos principales de la gran mayoría de las familias cubanas y no los ingresos provenientes de los salarios en los empleos oficialmente reconocidos. Esto nos permite entender por qué a la gran mayoría de los cubanos y en especial a los más jóvenes, no les interesan los empleos ofrecidos por el Estado.
Los turistas se preguntan cómo los cubanos sobreviven, de dónde sacan el dinero para comprar lo que necesitan o a qué se debe que tantas personas puedan estar en la calle en los horarios en que debieran estar en sus puestos de trabajo.
Quizás lo dicho ayude a muchos visitantes, analistas y observadores a explicarse por qué en Cuba, con un índice tan bajo de desempleo oficial, hay tantos cientos de miles de personas con exceso de tiempo libre, deambulando por las calles.
También por qué pese a los salarios tan miserables que apenas permiten comprar los alimentos de una sola persona para diez días, la gente come, se viste, sigue procreando, etc.
Lo que sucede en Cuba es realmente muy difícil de comprender o explicar para quienes no viven en ella, no padecen sus grandes males o no conocen a fondo el sistema imperante en ella.
Si algo está cada vez más claro para los trabajadores en Cuba es que en estas cinco décadas de un régimen donde la dirigencia proclama que el poder es no de los burgueses ni de la burocracia, sino de los obreros y campesinos, libres de la explotación capitalista, el trabajar en lugar de llevar al pueblo a un bienestar cada vez mayor, los mantiene sumidos en una pobreza superior a la que sufren sus homólogos de los países capitalistas, al punto de que si pudiera, la clase obrera, el campesinado y el pueblo cubano en masa emigraría a donde el poder no sea de ellos, sino de los burgueses, o sea, prefieren la vilependiada explotación capitalista al supuesto poder proletario paradisíaco.
El local mayor de Ojeda Corp.
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Hace 8 años