sábado, 29 de mayo de 2010

¿Dejará de escasear la comida en Cuba?

¿Por qué el pueblo cubano ha tenido que vivir durante más de 50 años padeciendo escasez de alimentos?

Los justificólogos del régimen, o sea, quienes se dedican al arte de ocultar, disfrazar, distorcionar las verdaderas causas de cuanto acontece en Cuba, se han ufanado en agregar cuanto argumento sea menester con tal de hacerle creer a nuestro pueblo, que fenómenos como la crisis mundial, el bloqueo (embargo), la deuda externa, el derrumbe del campo socialista y todo aquello que pueda servir de excusa para un problema bastante simple de resolver, pero cuya verdadera esencia el fidelismo ha persistido en negar que se debe, no a causas externas (las cuales influyen, pero no determinan) sino a determinantes internos.

Hambruna mundial y abundancia en el menticiero.

En Cuba se suele manipular al pueblo por los medios de difusión con noticias sobre cuántos millones mueren en otros países por hambre, cuántos están desempleados, las pérdidas de siembras y cosechas por catástrofes naturales... en fin cualquier cosa que venga bien e inmediatamente agregar que al pueblo cubano el Gobierno le garantiza un empleo, un salario, una cuota subsidiada. ¡Qué bueno es el Gobierno cubano! Pero estos embustes ya casi nadie en Cuba se los traga tan fácilmente.

Así, durante el comienzo del Período Especial, el pueblo rebautizó al Noticiero Nacional de TV (NTV) como el “menticiero” nacional y circuló rápido un chiste sobre la abundancia de productos agrícolas, cuando en casi todos los hogares no había ni un tomate, una papa o una libra de arroz, ni nada que comer, pero en el NTV a diario se ponían imágenes como si fuera lo contrario y en todas partes se vendiesen las viandas y vegetales en abundancia: “¡Prépara las jabas, que ya va a comenzar el menticiero!”.

La manipulación “mediática” nunca fue más burda, evidente, indignante. El pueblo estaba muy enfadado, por cuanto Fidel simplemente se cruzó de brazos del 90 al 94 con la economía desplomándose (cayó en un tercio el PIB) y al ver aquello en la TV el disgusto crecía, pues los cubanos hemos probado cuán aguantones podemos ser, pero eso no significa que seamos bobos. Era un descarado insulto a la inteligencia del pueblo.

Mientras el sabihondo máximo líder no hacía otra cosa que anunciar más catástrofes, que aquello se podría poner peor (que si una invasión norteamericana, que si tendríamos que vivir en túneles bajo tierra, los cuales ordenó construir aprisa en todo el país, y muchos otros infundios y locuras) el creativo pueblo sí supo hallar soluciones.

Creatividad popular

En poco tiempo, sin un sólo recurso suministrado por el todopoderoso Estado (que no tenía nada que dar, pues era la época en que por La Habana no circulaba ni un solo vehículo, con calles completamente desiertas a toda hora) la gente comenzó a vender cuanto podía, recogiendo las frutas de los patios y campos (que la incapaz burocracia estatal dejaba podrir por completo), buscando leche, queso, arroz, leña, etc. de los campos en bicicletas y carretones.

En fin, la única economía que funcionaba por entonces era la no estatal (pues la otra estaba paralizada) y tomó tanto auge, que llegó un momento (por los años del 93 al 95) en el cual si uno viajaba a menudo por toda la carretera central, comprobaba como las poblaciones del interior se iban transformando y cada vez había más pequeños negocios particulares vendiendo de todo, principalmente comida ¡en abundancia!

Por ilustrar con algunos ejemplos, hay pequeñas ciudades con menos de 50 mil habitantes, donde el Estado sólo tenía una pizzería en los “esplendorosos” años 80, pero donde en el período especial llegaron a abrirse más de 150 pizzerías, todas vendiendo, con muchos clientes, sin que les faltase el queso, la harina, levadura, etc. sin petróleo, electricidad, transporte, y sin todo lo otro que no había y servía al desgobierno de justificación a su consabida incapacidad. Y por supuesto, con bloqueo, imperialismo, “enemigos externos e internos” y todos los demás pretextos usados por el régimen para intentar convencer de su inocencia en la ineficiencia económica.

Cosa semejante podía decirse de las "paladares" (pequeños restaurantes particulares, así bautizados porque el término estaba en la telenovela brasileña del momento), los puntos de venta de artesanías y de todos aquellos bienes que el pueblo lograra producir y servicios que pudiese prestar con creatividad, iniciativa, libertad e incentivo económico, pues en esos tiempos todavía no les prohíbían nada, ni les asfixiaban con impuestos, ni les amenzaban constantemente con multas o cerrarles el negocio y todos esos maquiavélicos inventos de los cuales el fidelismo se valió para mantener al pueblo en la total miseria.

¡Prohibido prosperar!

El colmo es que la entonces ministra de comercio interior (a quien no se le ocurría nada bueno para solucionar la crisis, maldirigía todo un aparato burocrático parásito e incapaz de generar algún desarrollo para el país, pero muy dispuesta temerosa y servilmente a prohibir, empobrecer y acatar todo lo contrario a lo que significase progreso y bienestar para el pueblo) en un recorrido que hizo por las provincias, al ver como en cada pueblo, desde que comenzaba hasta que terminaba, por toda la carretera central, había un negocito tras otro, estaban llenos de luces (así fuesen mechones o antorchas), dijo que aquello no podía permitirse, pues no parecía que el país estaba en período especial.

Quien no sepa esto y lo lea ahora, seguro dirá: “¡No puede ser!”

Pues sí puede ser. Así fue. Como tantísimas cosas absurdas que ha padecido Cuba.

Y al otro día, la orden era que no podía haber negocio alguno en la carretera central. No los podían prohibir por completo, pues eso tal vez hubiese significado una sangrienta guerra civil, en la cual por fin el pueblo, desesperado y hambriento, semidesnudos y con machetes, como nuestros mabises, hubiese derrocado al régimen opresor.

A medida que el Gobierno logró aumentar su recaudación de divisas mediante el turismo, asímismo fue aumentando las trabas, prohibiciones, presiones, amenzas, arbitrariedades, la asfixia, persecusión y cierre de los negocitos particulares, gracias a los cuales, no sucedió lo que parecía inminente: la muerte por hambruna de millones de cubanos.

Ya habían muerto cientos por desnutrición y enfermedades oportunistas asociadas a ellas, estaba la pandemia de la neuritis y otras; Fidel destituyó a un viceministro de salud por tratar de explicar científicamente los efectos gravísimos de la avitavinosis y desnutrición en la población cubana entonces.

¿Logrará Raúl que haya más "jama"?

Se atribuye a Raúl Castro, la reapertura del mercado campesino (bajo otra denominación: mercado agropecuario), a lo cual Fidel mantuvo su oposición total (pues fue quien los cerró). Por esos años parecía como si hubiese ocurrido un golpe de estado. Fidel no aparecía públicamente, sino Raúl y Lage, para poner en práctica los cambios a los cuales el “Jefe” se negaba a todo costo.

Luego Raúl, ya en calidad de Presidente, también derogó un conjunto de medidas arbitrarias y antipopulares, que Fidel mantuvo años.

¿Se atreverá Raúl a permitir otra vez que el pueblo desarrolle toda su iniciativa y creatividad, sin trabas, sin prohibiciones absurdas, sin amenazas, sin persecusiones, sin hostigamiento, sin medidas impositivas, restrictivas y burocráticas asfixiantes?

Ha dado algunos pasos con el reparto de tierras, un mejor pago a los productores de algunos alimentos escasos, etc.

¿Se atreverá a ponerle fin al absurdo mal de la escacez de alimentos en Cuba?

¿Destrabará el camino hacia la conversión de Cuba en un país no plagado de habitantes extremadamente pobres, sino cada vez más ricos?

A su avanzada edad es muy tarde para lograrlo, pero no para iniciarlo.

domingo, 23 de mayo de 2010

Robolución

Término muy usado por emigrados cubanos opuestos a la dictadura, aunque en Cuba humorísticamente se usan expresiones equivalentes como “Alí Babá (Fidel o Barba Papá) y los millones de ladrones”.

¿Se transformó la Revolución en “robolución”?

El pueblo cubano fue fácilmente engañado con muchas promesas iniciales de Fidel en sus discursos, para tranquilizar y manipular a la población, pero luego incumplirlas mediante nuevos pretextos.

Se conservan los periódicos donde el entonces popular joven justiciero decía que respetaría las propiedades en manos de los medianos y pequeños propietarios, que sólo se expropiaría a los batistianos, grandes latifundistas y grandes compañías extranjeras.

Por supuesto que en los libros de la historia oficial no se menciona tal embuste, pues no sonaría muy ético para la imagen idílica de bondad, de Salvador, de Súperheroe, “invicto Comandante”, etc. que los serviles adulones acomodados quieren inculcar, sin pleno éxito, en las nuevas generaciones sobre la figura del Máximo Líder: muchas virtudes y ningún defecto.

Las nacionalizaciones de los principales recursos de un país, no constituyen una práctica exclusiva de Cuba. Las han realizado muchos otros países, indemnizando a los afectados.

La expropiación de las grandes extensiones de tierras improductivas (de los terratenientes) es práctica común de las reformas agrarias en otras naciones.

Igualmente, respecto a las fortunas amasadas ilegalmente o propiedades adquiridas gracias a gobiernos corruptos y de facto.

Pero en Cuba, la voracidad y arbitrariedad del régimen castrista no tuvo límites y le robó a la población cuanto de valor tenía: pequeños negocios, tierras, casas, joyas, muebles, en fin, todo, provocando un empobrecimiento masivo de otras capas de la población, o sea, una proletarización forzada de las mismas, muy a la cubana y poco “marxista”.

Desde sus inicios, el mal llamado “socialismo o comunismo” en Cuba en vez de fomentar abundantes riquezas para todos, generalizó la pobreza.

Son medidas que afectaron no a una élite o pequeña parte de la población, sino que directa o indirectamente perjudicaron a las masas (a cada persona o a sus parientes, vecinos, amistades).

Todo con el cuento de que pasarían estos bienes a ser del pueblo, cuando en realidad pasaron a manos de la nueva burocracia, como clase dominante, la verdadera propietaria de casi todo en Cuba.

Pero el robo no acabó ahí, en esos primeros años.

Prohibido mejorar.

La obsesión por impedirle al pueblo toda fuente extra de obtención de bienes, dinero, propiedades, negocios, generó cada vez más prohibiciones, al extremo de que el ciudadano común ya no podía sobrevivir sin violar al menos alguna ley.

Esto llevó a la desmoralización de la población, a que proliferara la doble moral: aparentar públicamente una cosa y ser otra en realidad.

Como la burocracia se roba el dinero del pueblo, obligándolos a trabajar a cambio del pago de míseros salarios, equivalentes a entre 5 y 15 dólares mensuales, inferiores a lo que se gana una persona en USA en una sola hora, pues el pueblo comenzó a quitarle a la burocracia cuanto pudiera, de lo que debiera ser suyo. Primero tímidamente, de manera muy escondida, casi en secreto. Luego cada vez más masiva, osada y públicamente.

El poder adquisitivo de tales salarios es tan bajo y la cada vez más menguada cuota racionada por la libreta es tan poca, que siempre hubo que comprar cosas “por fuera” o sea, ilegalmente, en el llamado “mercado negro”, pero el porciento de los ingresos y bienes adquiridos en tal mercado ha crecido gradualmente con los años y la falta de soluciones, al punto de que los salarios y la cuota no permitirían a la población comer ni la mitad del mes. En fin, si los cubanos quisieran cumplir cabalmente las leyes, todos habrían fallecido ya. El país estaría deshabitado por completo. Conozco personas que lo intentaron, se desnutrieron, enfermaron y hace mucho que están enterrados.

Aprender a "luchar".

Aprender a robar y a delinquir en Cuba ha sido una de las tantas formas de adaptación del pueblo cubano para no perecer en masa.

Pero el tal “robo” o incumplimiento de las leyes en Cuba al cual nos referimos, no es igual al que se ve en otros países y esto lleva a muchos a confundir lo que sucede en Cuba, lleva a engaños como el de creer que a los cubanos les gusta ser ladrones o delincuentes, cuestión muy lejos de la verdad. Una cosa es "robar" porque no hay otra forma legal de subsistir uno mismo y su familia y otra es robar para no tener que trabajar ni ganarse la vida honradamente, sino de manera fácil.

Los cubanos en su gran mayoría prefieren ser honrados y sufren mucho psicológicamente cuando se ven forzados ellos o sus seres queridos a corromperse, a degradarse, a desviar los recursos que le pertenecen, pero de los cuales la burocracia se apropia cada día: “ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón”.

Aparentemente el pueblo roba. En realidad el pueblo toma por la fuerza lo que es suyo, lo que la burocracia le quita mediante los míseros salarios y prohibiciones absurdas.

En el popular cuento infantil, Alí Babá tenía sólo 40 ladrones. Dentro de Cuba, suele decirse: “Barba Papá (Fidel) y los millones de ladrones”, por cuanto el régimen ha obligado a todo el pueblo a “robar”, o sea, a tomar como pueda y cuanto pueda de lo que debiera ser suyo.

Es como el dueño de una herencia que no puede hacer uso de ella libremente, sino que por el contrario, otra persona, valiéndose de engaños, de trucos legales, etc. es quien dispone de los bienes del otro. Cuando el perjudicado toma algo de lo que en realidad es su patrimonio, no está robando por ello, aunque parezca que ha cogido lo que ya no es suyo. El verdadero gran ladrón es el usurpador.

Esta historia típica de muchas telenovelas, en el melodramón real y cotidiano de Cuba, los personajes son el pueblo y la burocracia explotadora liderada por los Castro.

Por eso el pueblo cubano, que no se resigna a ser corrupto ni una gigantesca banda de delincuentes, prefiere decir “resolver” o “luchar” cuando se trata de lo que la población tiene que hacer para subsistir, por muy ilegal que ello haya sido convertido por la arbitrariedad en el poder y deja el término “robar” para la apropiación mucho mayor que hacen los burócratas de la riqueza y los bienes generados por la nación.

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