miércoles, 22 de octubre de 2008

¿Cuba es de veras socialista?

Es hora de llamar las cosas por su nombre.

Aún en Cuba hay quienes apoyan al régimen creyendo ingenuamente que en este medio siglo se ha estado construyendo el socialismo, pero el imperialismo lo ha impedido u obstaculizado, que de no ser así, los cubanos viviríamos en el paraíso terrenal.

¿Qué pasaría si a todo el pueblo cubano no le quedara duda alguna de que no son ciertas tantas de esas cosas que les han hecho creer?

O sea, que en Cuba no hay ni socialismo, ni poder del pueblo, por tanto tampoco democracia socialista, ni dictadura del proletariado, ni poder de obreros y campesinos, ni se abolió la explotación del hombre por el hombre, sino que por el contrario no hay seres humanos más explotados en este planeta que los habitantes de la Isla.

Como en el resto de los países, los cubanos no nos libramos de ser explotados por la burguesía internacional y adicionalmente somos superexplotados por la burocracia estatal partidista nacional.

Carlos Marx en un tiempo cada vez más lejano, vivió aquel capitalismo y reveló cómo mediante la plusvalía, la burguesía explota al obrero.

Pero Marx no pudo decir nada respecto a los mal llamados países socialistas, simplemente porque murió antes de que surgieran estos engendros proclamados en su nombre. Por tanto, no pudo opinar si de verdad son socialistas, si realmente pusieron fin a toda forma de explotación o si como con el paso del feudalismo al capitalismo, lo ocurrido fue cambiar unos explotadores por otros.

Sí se le quitó el poder a la burguesía, pero en lugar de pasar a manos de los obreros y campesinos, fue la nueva burocracia estatal partidista la que se adueñó de él.

Por tanto, en vez de una sociedad socialista, en realidad se construyó una sociedad burocrática.

La burguesía como clase explotadora anterior simplemente fue reemplazada por otra clase más explotadora aún.

La supresión de la democracia representativa no dio lugar a una democracia socialista, sino a una dedocracia burocrática, porque los cubanos en la farsa electoral del régimen no pueden ni elegir a un nuevo presidente, ni siquiera votar para decidir si quieren que continúe o no.

Y el llamado parlamento que tampoco es popular, no es electo por el pueblo, aunque acuda masivamente bajo coacción psicológica a marcar boletas, por el simple hecho de que la totalidad de esos parlamentarios son designados desde arriba, para que voten por ellos y únicamente por ellos.

El pueblo no puede poner mediante el voto a otros en esas boletas, ni quitar mediante su voto a quienes ya están en el parlamento o en la presidencia. Tampoco a los alcaldes (Presidentes de los Poderes "Populares" provinciales y municipales). De popular sólo el nombre y la farsa electoral que los eterniza.

Sólo elige con el voto a los peleles bautizados como Delegados del Poder Popular, a quienes lo que más los caracteriza es precisamente el no tener poder alguno, ser unos lleva y trae, las marionetas consagradas a explicarle a los electores lo inexplicable, o sea, por qué a pesar de tan bueno que es todo en la teoría, queda mal en la práctica por culpa del bloqueo, el imperialismo y bla, bla, bla, pero sin osar nombrar a los máximos y principales culpables de que Cuba en lugar de avanzar, cada vez ocupe un peor lugar en la economía mundial.

Sí hay una dictadura, pero no del proletariado, porque es totalmente falso que el poder sea de los obreros.

No por repetir hasta el cansancio tantas mentiras se van a convertir en verdad.

La dictadura es, de la burocracia estatal partidista como clase y de los hermanos Castro como individuos y familia entronizada en la cúpula del poder de dicha burocracia.

Es importante que cada cubano sepa que esto es así. Que lo lea, lo oiga, lo entienda, lo comente entre familiares y amigos. Que no quede uno solo sin saber la verdad.

Aunque sigamos todavía, quizás por mucho tiempo más, aparentando unanimidad, docilidad, conformismo, fingiendo apoyo al régimen, llenando plazas, marcando boletas, pero sabiendo que yo, tú, él, ella, todos, ya no tendremos duda alguna de la farsa existente en nuestro país, como base de la imprescindible unidad nacional, que nos llevará algún día, desde dentro, a derrocar el explotador poder burocrático y erigir sobre sus ruinas una verdadera nueva sociedad, mejor que todas las anteriores, tal vez sin nombre o etiquetas, pero que garantice libertad, democracia, desarrollo económico, un alto nivel de vida para todos y no sólo para una élite dirigente privilegiada y minoritaria.

La principal contrarrevolución no es la que emigró a Miami. Es la que le usurpó el poder al pueblo desde hace medio siglo y pretende seguir engañándonos con el cada vez más desteñido disfraz de socialista.

Como la del 30, la revolución del 59 también se fue a bolina.

Otra vez es hora de Revolución en Cuba: toca a las nuevas generaciones (¿La Generación Y?)barrer con la vieja sociedad que hoy día es para ellos la falsa burocracia explotadora castrista.

Pero no se trata de imitar a los grupitos de disidentes manipulados desde Miami y ponernos a provocar más represión con ridículas protestas mediáticas.

Afortunadamente este pueblo de hoy no es la legión de analfabetos de la Pseudorrepública.

No le hagamos caso a los falsos líderes de afuera que desde sus cómodas residencias nos quieren ver bañados en sangre. Ni a los de adentro que, o se quieren perpetuar en el poder o pretenden pasar a ser los nuevos amos.

Guiados por las mejores enseñanzas martianas, preparémonos casi en silencio para el gran cambio, uniéndonos todos en el conocimiento de por qué tenemos que echar abajo el actual falso y explotador régimen.

Si nos unimos, su propia podredumbre lo desmoronará.

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